Ante esta situación de las tendencias, han sido protagonizadas por ambientes conectados con el bienestar y espacios flexibles y ergonómicos.
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Los colores azules han sido los más populares en el año, ya que las tonalidades pasteles que aporten frescura a los ambientes en combinación con maderas en tonos naturales y crudos siguen en tendencia e que el color negro fue muy utilizado ya que se acopla a los estilos industrial y rústico.
Se busca que el comedor y la sala estén preparados para funcionar como áreas sociales, de trabajo y relajación que se vinculan con la tecnología para volverlos inteligentes, mientras que la iluminación se ha convertido en un elemento clave para lograr espacios personalizados.
La conexión con la naturaleza ligada a materiales ha sido también fundamental; es por ello que el diseño biofílico y su unión con la naturaleza fueron una de las tendencias, junto con los estilos eclécticos que mezcla lo rústico y lo moderno.