Psicología del espacio interior

Por: MSc. Arch. Urb. Raúl Martínez 

En el desarrollo de nuestras actividades diarias, los espacios interiores juegan un papel crucial en nuestra percepción y comportamiento psicológico. La psicología ambiental, o psicología del espacio, estudia la interacción entre las personas y los entornos que habitan. Elementos como la iluminación, los colores, la configuración, la escala, las proporciones, la acústica y los materiales afectan a las personas a través de los sentidos, generando una variedad de sentimientos y experiencias.

El diseño de espacios puede influir desde la sensación de calidez y seguridad hasta la creación de ambientes de trabajo positivos y eficientes. Según Dave Alan Kopec, la psicología del espacio analiza las relaciones y comportamientos humanos en entornos construidos y naturales, impactando directamente en el subconsciente y contribuyendo al desarrollo de emociones mediante la percepción de las geometrías del espacio. 

Históricamente, con la revolución industrial, la funcionalidad de los espacios se priorizó sobre la comprensión psicológica, con ciudades adaptándose a la afluencia masiva de personas y espacios diseñados para maximizar la producción. La comodidad y calidad de vida no eran prioridad en aquellos desarrollos, enfocados principalmente en tener la mayor cantidad de personas en el menor espacio posible. Sin embargo, actualmente, se reconoce la importancia de diseñar edificios y espacios urbanos considerando primero a sus ocupantes, realizar proyectos más “humanos”. Thomas Heatherwick, uno de los arquitectos contemporáneos más reconocidos internacionalmente habla en su libro “Humanise” sobre este fenómeno, y de cómo la arquitectura se ha convertido en “aburrida” y sin interés para las personas que la experimentan, en él nos habla de cómo su oficina ha desarrollado herramientas para evaluar dichos edificios, desde lo más obvio como la forma hasta las texturas y colores que estos presentan pueden influir radicalmente en la percepción que tenemos de ellos.

Migette Kaup, psicóloga ambiental y diseñadora de interiores, afirma que los estímulos arquitectónicos pueden apoyar comportamientos deseados en lugares específicos. Los arquitectos deben enfocarse en la seguridad, la conexión social, la facilidad de movimiento y la estimulación sensorial. Principios de diseño como el equilibrio, la proporción, la simetría y el ritmo pueden introducir armonía en los ambientes, mientras que los colores y la iluminación también juegan roles significativos. Por ejemplo, los colores cálidos pueden hacer que un espacio parezca más compacto y acogedor, mientras que la luz, especialmente la natural, puede influir en la productividad y el bienestar. Es así como ciertos estímulos ambientales, aunque no visibles o tangibles, influyen directamente en el comportamiento y estado de ánimo.

En resumen, la psicología del espacio resalta la importancia de considerar los efectos psicológicos del diseño arquitectónico en los ocupantes, proponiendo que un enfoque integral y centrado en el ser humano puede mejorar significativamente la calidad de vida en diversos entornos. No hay que olvidar que la arquitectura tiene la capacidad de elevar e inspirar, apoyar la conexión e impulsar la invención, trayendo vida y vitalidad a nuestras ciudades al convertirlas en lugares mejores, más bellos y más sostenibles para vivir y trabajar.

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