ARQUITECTURA COOPERATIVA

La arquitecta tailandesa Patama Roonrakwit entendió lo que era la cooperación y el activismo cuando decidió ir a informarse de cómo vivían los más pobres en su ciudad, Bangkok. Regresaba de estudiar en la universidad pública de Oxford (Oxford Brookes) y había aprendido que antes de iniciar un proyecto es clave investigar el lugar antes de hacer una propuesta. Lo ha contado a El País en una entrevista publicada en este mismo blog hace unos días: lo que aprendió en Oxford no fue a diseñar, fue a pensar.


Dándose cuenta de que dirigiendo la capacidad de autoconstrucción de los ciudadanos con derecho a un pequeño subsidio lograba mejorar viviendas y barrios, la arquitecta optó por aplicar muchos de esos principios a la construcción de viviendas de clase media. Lo hizo explicando a los futuros propietarios el valor de colaborar y formar una comunidad. Este fue su proyecto piloto. La Casa Ten de Bangkok divide un solar en 10 viviendas, cada una distinta, a partir de las necesidades, gusto y posibilidades de los dueños. Juntas forman una comunidad que, lejos de competir, colabora. “Este proyecto no es fruto del control ni técnico ni estético del arquitecto.

Es fruto del diálogo y la cooperación”. Las viviendas están ideadas por el estudio de Roonrakwit. Construidas por operarios y terminadas por los usuarios.
Casa Ten en Bangkok de Patama RoonrakwitSPACESHIP STUDIO

El primer trabajo de Patama Roonrakwit consistió en realizar viviendas de lujo. Lo hizo durante dos años. Y aprendió que “incluso con ese tipo de arquitectura. El arquitecto desaparece y los propietarios tienen que lidiar y pagar sus errores.”. Por eso pensó en implicar al usuario, para rebajar el coste, quiso responsabilizar a los dueños de las viviendas y extender la necesidad del mantenimiento. Este es el resultado: viviendas de clase media a partir de las lecciones de las viviendas de autoconstrucción. Casas capaces de lidiar con las lluvias, el exceso de humedad y de fácil mantenimiento. Un ejemplo más de lo que se puede aprender de la ciudad informal.

Fuente: http://elpais.com

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