ES POSIBLE VIVIR EN EL AGUA

La creatividad y el ingenio amplían los horizontes. El barrio econáutico Hipocampo está en Maschwitz, muy cerca de Dique Luján y Villa La Ñata, sobre la costa del río Luján. Su creador, Aníbal Guiser, cuenta que el proyecto nació a partir del deseo de vivir en armonía con la naturaleza. "Nuestro punto de partida era crear un vecindario ecológico basado en conceptos de la permacultura, que plantea que el ser humano puede vivir en la naturaleza, teniendo en cuenta lo que ésta tiene diseñado en cada lugar.

Este es el territorio de las aguas, aunque se quiera crear una ficción de tierra firme, siempre va a serlo. Entonces, las casas flotantes son una forma de adaptarse a esto protegiendo los humedales, un ecosistema que hoy está prácticamente arrasado en la parte continental del Delta", afirma Guiser.

La construcción del barrio comenzó en 2006 y hoy, diez años después, ya cuenta con cinco casas y varios proyectos. El vecindario se fue construyendo con aportes de los diferentes vecinos, y ningún detalle fue librado al azar a la hora de mejorar la calidad y disminuir el impacto sobre el entorno. Guiser describe esta aventura como un desafío tecnológico tan complejo como apasionante. El punto fundamental, dice, es sobre qué flota la casa; antes de comenzar a construir fue necesario realizar una investigación exhaustiva de todos los materiales con los que se producen cascos para embarcaciones o artefactos que flotan sobre el agua. Finalmente, junto a Pablo Rubio, uno de los vecinos que se sumó entusiasta al proyecto, dieron con módulos de flotación de ferrocemento, un pariente ecológico del hormigón construido mediante una técnica artesanal que tiene la ventaja de no necesitar salir del agua para su mantenimiento.

Jade y Nahuel llegaron desde California al vecindario en el 2013 trayendo algunas técnicas de bioarquitectura basadas en los preceptos de econest, un sistema de construcción similar a la arquitectura del nido de los pájaros. En esto se inspiraron nuevas formas de trabajar de manera más amigable con el entorno, ya que, como cuenta el creador del barrio, la investigación es constante en este sentido.
 
La cuna de las casas flotantes es Holanda, estas allí sorprenden con sus formas y diseño.

Uno de los grandes desafíos en una casa flotante es el peso, es necesario utilizar materiales livianos. En el caso de Hipocampo, las paredes son de madera de kiri -similar al bambú y de escaso peso- y rellenas con un material que desarrolla especialmente Rubio: los permapaneles. Guiser explica que estos paneles se hacen con juncos sacados del río, arcilla, cáscara de arroz y jarabe de maíz, formando una especie de masa que luego de un proceso de horneado y deshidratado se transforma en un panel con peso similar al corcho. Este tiene un comportamiento de aislación termoacústica similar al telgopor de máxima densidad. La creatividad puesta al servicio de la naturaleza.

Fabián De Martino, creador de Eco Barrio Flotante, en San Fernando, plantea que los vecindarios de estas características también pueden ser una alternativa para salir de la rutina. Eco Barrio Flotante nació inspirado por un viaje a Holanda y una pasión por los deportes náuticos, que indicaba que el camino estaba en el agua. De Martino comenzó haciendo su propia casa, y hoy ya son nueve las que flotan en el Yacht Club Buenos Aires de San Fernando, donde actualmente se alquilan las amarras.

"Me acerqué al club por un amigo que era socio, y al principio me dejaron bajar mi casa provisoriamente. Fue difícil convencerlos, pero después me dejaron poner una más, y así seguimos. En el club veían que funcionaba y que las casas podían convivir muy bien con los barcos. Hoy esto terminó siendo como una comunidad en la que se genera una relación de pertenencia", dice quien ya está buscando nuevos lugares para crear nuevos barrios flotantes en otras zonas.

Las casas, cuenta De Martino, se construyen en un astillero cercano con materiales como telgopor y poliestileno, y la construcción demora aproximadamente cuatro meses. Se trata de dúplex con grandes terrazas, habitaciones con balcón y jacuzzi exterior a modo de pileta. Cuando están finalizadas se suben a un tráiler remolcado por un camión de gran porte hasta la bajada náutica donde se botan al agua. Una vez allí, con la ayuda de una lancha son arrastradas a baja velocidad hasta las amarras donde se sujetan.

La experiencia de vivir sobre el agua es tan tentadora, que De Martino cuenta que las casas suelen alquilarse por día, fin de semana o por semanas completas cuando sus dueños no las usan. El entorno natural, afirma es uno de los grandes atractivos de este estilo de vida. "Es hermoso sentir ese sutil movimiento que tienen las casas al flotar, o el sonido del agua del río al despertar. Es otra forma de vivir, más relajada", dice, como una invitación. La propuesta es tentadora, quienes la probaron aseguran que es una vivencia única
 
Fuente: http://www.lanacion.com.ar
 
 

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