EXPOSICIONES UNIVERSALES ESCAPARATE DE LA ARQUITECTURA DE AVANZADA

Dr. en Arq. J. Martín Andrade Muñoz

Desde el siglo XIX la Exposiciones Universales han sido un escaparate para que los diferentes países muestren su propia concepción de la arquitectura de avanzada. Los resultados han sido escenario de la pretensión de representar el mundo a una escala visitable. Como objeto de estudio han llamado la atención de arquitectos, historiadores del arte, de la cultura, la economía y la clase obrera, siendo la arquitectura grande protagonista en ellas. Aunque algunas exposiciones comenzaron a realizarse a lo largo del siglo XIX que estuvieron asociadas a la producción y la economía, por ejemplo, en las artes decorativas y maquinaria de Londres en 1851 fue cuando se estandarizaron y desde entonces, las exposiciones devinieron en enormes maquetas del mundo conocido. La ciudad sede de las sucesivas exposiciones en algunos casos se asociaba a eventos que desplegaban celebraciones centenarias o efemérides locales o nacionales. 

La edad de oro de las exposiciones universales, coincidió con las décadas finales del siglo XIX y principios del XX. La reconfiguración geopolítica mundial y el afianzamiento de las naciones reforzó la idea de las identidades nacionales. La era del imperialismo, la Guerra de 1898, la Primera Guerra Mundial, la Revolución Mexicana y la Revolución Rusa, fueron entre otros, telón de fondo para las rivalidades nacionales y competencia entre naciones se superponían dentro de los espacios que las exposiciones generaban. Los esfuerzos por representar a las naciones se expresaban claramente en los llamados PABELLONES NACIONALES. En cada uno de ellos, las naciones pretendían representarse por medio de una selección de productos naturales, manufacturas, piezas arqueológicas, artísticas y literarias, entre tantas otras. Cada pabellón nacional intentaba, en suma, ser una maqueta de una nación, de la cual la arquitectura era pieza clave.  Desde que se organizó la primera exposición considerada universal en 1851, en Londres, y hasta la Expo 2020, estos magnos acontecimientos han contado con una soberbia manifestación arquitectónica –junto con la representación del quehacer humano al completo– que ha obedecido a las características que cada una de ellas ha requerido en la era industrial.

La Exposición Universal es un trascendental catálogo del saber humano. Es el más importante evento cultural existente en el mundo y se acompaña de prestigio para el país que lo efectúa. México no ha sido jamás sede de una de ellas, si bien ha habido al menos cuatro intentos de verificarla sin éxito (1880, 1910, años 60 del siglo pasado y 2010), pero el país sí ha sido asiduo participante, con mediano éxito, en las ocasiones más destacadas y en las que se han efectuado en la Posguerra. 

Fundado en 1928, el Buró Internacional de Exposiciones (BIE) con sede en París, es el órgano rector de tan magnífico suceso cultural que evalúa todo cuanto en ello comparece, incluyendo la arquitectura como una de sus asignaturas más sobresalientes. 

En ese proceso lento, pero sin pausa, la arquitectura también hizo gala de los más audaces proyectos, de las más estilosas edificaciones que preconizaban los adelantos y consagraciones de la arquitectura y la ingeniería civil. El primer ejemplar de las expo de muy memorable recuerdo lo fue la sede de la llamada “Gran exposición de los trabajos de la industria de todas las naciones”, que se inauguró en la capital británica el 1 de mayo de 1851. La magnificente construcción de vidrieras transparentes y de hierro conocida como EL PALACIO DE CRISTAL, realizado por el jardinero real Joseph Paxton, con su fuente central ejecutada primorosamente en cristal, atrajo a millones de visitantes causando la admiración de todos al ver su fortaleza y el respeto por los robles de Hyde Park, que cabían en su prominente altura. De gigantescas proporciones –más de 550 metros de largo- fue construido en hierro, cristal y madera. Su importancia radica en que por primera vez se levantó un edificio a base de piezas prefabricadas de pequeñas dimensiones ensambladas in situ. La columna de hierro fundido constituía el principal elemento estructural del conjunto, aunque su mayor novedad la constituye el cristal, que sustituye al muro opaco tradicional, lo que significaba un cambio absoluto de la imagen arquitectónica y la permeabilidad espacial. No obstante, la simetría compositiva y las formas semicirculares remiten a la tradición. 

Se puede afirmar que la culminación de esta arquitectura del hierro se produjo en la Exposición Universal de París de 1889, con la famosa TORRE EIFFEL. Cuando las autoridades francesas decidieron organizar la exposición universal de 1889 en París, convocaron un concurso para que arquitectos e ingenieros presentaran proyectos para “erigir en el Campo de Marte una torre de base cuadrada con 125 metros de lado en la base y 300 metros de altura». El objetivo era levantar el edificio más alto de la historia. Este desafío sólo estaba al alcance de un ingeniero con una sólida experiencia previa en la construcción de obras metálicas de gran complejidad técnica, y en la década de 1880 nadie poseía más experiencia de este tipo que Gustave Eiffel y sus colaboradores. La estructura metálica de 300 metros de altura en su origen (ahora con antenas cuenta con 324) fue el edificio más alto del mundo desde 1889 hasta 1930 que se construyó el edificio Chrysler. 

Célebre también fue la exposición Internacional de Barcelona en 1929 con la construcción de su Palacio Nacional de características obsoletas, mientras el mundo caminaba hacia la modernidad Barcelona quiso mostrar su grandeza con un Palacio ecléctico característico de fines del siglo XIX, luego convertido en el Museo Nacional de Arte Catalán MUNAC. Como contraste, al lado, Alemania presentó el pequeño y sencillo PABELLÓN BARCELONA obra del arquitecto Ludwig Mies van del Rohe, este pequeño pabellón se ha convertido en uno de los hitos más importantes de la modernidad y es fundamental para la historia de la arquitectura. Aunque el pabellón fue desmontado luego de la exposición, dada su importancia histórica fue reconstruido nuevamente en 1984 en el mismo sitio donde se ubicó el original. 

Otro hecho sobresaliente también fue en Bruselas en la Exposición general el ATOMIUM en 1951 por el ingeniero André Waterkeyn y los arquitectos André y Jean Polak. El tema de la exposición fue “La tecnología al servicio de las personas” por lo que el monumento representa los nueve átomos de un cristal de hierro, ampliado 165 mil millones de veces. El Atomium es una estructura de acero y aluminio de 102 mts. de altura y está formado por 9 esferas de acero de 18 mts. de diámetro cada una, conectada por 20 tubos donde se sitúan ascensores y escaleras metálicas. Aunque fue pesado para desmontarlo tras la exposición, su popularidad y atracción lo convirtió en el emblema de Bruselas logrando que su demolición se pospusiera, hasta que la idea se abandonó definitivamente. Hoy es uno de los hitos representativos y turísticos de la ciudad.  

Más reciente, en la expo de 1967 se presentó la BIÓSFERA DE MONTREAL, una elevada cúpula geodésica de 62 metros y fue concebida por el arquitecto neo futurista Buckminster Fuller como pabellón de los Estados Unidos. Fue tan popular el evento que atrajo 5,3 millones de visitantes en los primeros seis meses. Permaneció como atracción en la isla de Santa Elena en Montreal hasta que un incendio en 1976 destruyó la membrana de acrílico original, aunque la estructura se mantuvo. Environment Canada compró el sito en 1990 y lo convirtió en un museo interactivo con exposiciones sobre el cambio climático, ecotecnologías y desarrollo sostenible. 

En 1992 destacó la Exposición Universal de Sevilla en la que se presentó el PABELLÓN DE JAPÓN diseñado por Tadao Ando y las enormes X del PABELLÓN DE MÉXCO diseñado por Pedro Ramírez Vázquez. 

De igual manera especial difusión tuvo la Expo 2000 de Hannover donde se dieron cita grandes arquitectos y diseñadores como el venezolano Fruto vivas, los españoles Antonio Cruz y Ortiz, el japonés Shigeru Ban y por supuesto el mexicano Ricardo Legorreta.  

En el siglo XXI las Exposiciones Universales han escaseado por varias razones, sin embargo, se distinguen de manera especial la de Shanghái de 2010 y la de Dubái en 2020, ambas merecen un artículo aparte, mismo que se presentará próximamente ya que es conveniente conocer a detalle estos escaparates de la difusión de la arquitectura de avanzada. 

Comparte

Lo más reciente

Recibe cada mes sin costo, la Revista Digital de tu preferencia

GRACIAS POR SUSCRIBIRTE A LA EDICIÓN DIGITAL DE LA REVISTA CONSTRUYE