El arquitecto mexicano celebra más de 60 años creando espacios que conectan con las personas.
Félix Sánchez Aguilar, arquitecto nacido en la Ciudad de México, acumula más de medio siglo de experiencia en la arquitectura. Graduado en 1967, su carrera comenzó de manera temprana, cuando en su segundo año de universidad construyó su primera casa en 1964. A lo largo de seis décadas, ha sido testigo y partícipe de la evolución arquitectónica en México, aportando su vasta experiencia tanto en proyectos como en su labor docente.
Cuando se le pregunta sobre la evolución de su enfoque de diseño, destaca que cada proyecto comienza con una profunda investigación: conocer el programa, el sitio y, sobre todo, al cliente. Solo después de aclarar estos factores, el proceso creativo se desata de manera intuitiva. “De repente uno toma una hoja en blanco y empieza a hacer dibujitos como si fuera un niño. Esta chispa inicial se deja reposar para luego evaluar si la idea realmente funciona”, comenta.
A lo largo de su carrera, este enfoque ha sido clave. Sánchez Aguilar no distingue entre proyectos grandes o pequeños: todos merecen la misma pasión y dedicación. Además, resalta la importancia de encontrar un equilibrio en la carga de trabajo, en el que el arquitecto se sienta seguro y concentrado.
El papel social del arquitecto es, para Sánchez Aguilar, crucial. Va más allá del diseño de espacios: radica en la utilidad que estos brindan a la sociedad. Por ello, escuchar al cliente es fundamental para crear un entorno que responda a sus necesidades. “Al final del día, es como un traje que te pones, una colcha que te cubre”, señala, subrayando la importancia de que el espacio sea cómodo y funcional para quienes lo habitan.
Sin embargo, más allá de la funcionalidad, cree firmemente que la arquitectura debe emocionar. “Un buen diseño debe generar sentimientos y conectar con las personas que lo habitan o transitan. Si una obra arquitectónica logra conmover, ha cumplido su propósito”, afirma.
Además de su carrera profesional, Félix Sánchez ha desempeñado un papel importante en la academia. Para él, enseñar no es solo transmitir conocimiento, sino también aprender de los jóvenes. Un buen maestro, sostiene, debe ponerse en el lugar de sus alumnos, comprender cómo piensan y guiar su proceso de descubrimiento.
A pesar de los retos actuales, Sánchez Aguilar es optimista respecto al futuro de la arquitectura en México. Considera que la arquitectura mexicana ocupa un lugar importante en la cultura global, admirada por su capacidad de generar respuestas emocionales a través de sus diseños. Uno de los ejemplos más emblemáticos de este éxito es la Ciudad Universitaria de la UNAM. “Ciudad Universitaria no pudo haber sido concebida sino por mexicanos, y es un ejemplo de trabajo en equipo que no hemos sabido replicar”, reflexiona.
Finalmente, Sánchez Aguilar expresa su admiración por las nuevas generaciones de arquitectos, quienes, con mayor acceso a información y herramientas tecnológicas, tienen el potencial de llevar la arquitectura mexicana a nuevas alturas. Sin embargo, ofrece un consejo esencial: “Lo único que les pido es que no se la crean”. La humildad, afirma, es fundamental en esta profesión, y siempre habrá más que aprender y nuevas maneras de emocionar a través del diseño.