FORMA URBANA


 
Gordon Cullen escribió en 1961 una obra titulada The Concise Townscape, que al paso de los años se ha convertido en un clásico de la literatura sobre arquitectura. 
 
Durante la segunda mitad del siglo XX, numerosos académicos en Europa y en Estados Unidos estudiaron la geometría y el desarrollo de las ciudades a lo largo de la historia, en busca de respuestas formales para el diseño y construcción de nuevas ciudades. Teóricos de la arquitectura y del urbanismo, como Kevin Lynch, trataron de indagar el significado que la forma de la ciudad tiene para sus habitantes. En su libro La imagen de la ciudad, publicado en 1960, el arquitecto estadounidense sentó algunas bases de la disciplina del diseño urbano moderno, indagando en los elementos que definen la identidad y el carácter del paisaje urbano contemporáneo.

Otro autor que se preocupó por analizar los elementos formales de la ciudad fue el inglés Gordon Cullen, quien escribió en 1961 una obra titulada The Concise Townscape, que al paso de los años se ha convertido en un clásico de la literatura sobre arquitectura. Estas y otras obras más dieron lugar a un movimiento que se denominó Townscape (“paisajismo urbano”, en español). 

¿Existe alguna forma urbana que sea mejor que otra? ¿La forma de la ciudad puede mejorar las condiciones de vida de sus habitantes? La mayoría de las funciones de una ciudad no están en absoluto relacionadas con su forma.

Paralelamente a los movimientos de marras, otra corriente de pensamiento sociológico atribuye el desarrollo urbano a las relaciones entre personas y grupos, más que a su geometría; el principal referente de dicho movimiento es el sociólogo francés Henri Lefebvre.

Específicamente, durante el Renacimiento en Europa algunos urbanistas diseñaron ciudades que tuvieron formas geométricas muy atractivas, pero la razón de dichas formas respondió principalmente a la protección de sus habitantes contra los ataques provenientes del exterior: eran enclaves militares. El mejor ejemplo de ello es la pequeña ciudad italiana de Palmanova, cerca de Udine, cuyo diseño fue encargado al arquitecto Vincenzo Scamozzi en 1593. Su forma concéntrica, con un perímetro en forma de estrella con nueve aristas, se ha convertido en el paradigma de la ciudad ideal, tanto así que su forma ha sido imitada irreflexivamente. Por ejemplo, en la Ciudad de México se construyó en los años veinte la colonia Federal, un gran octágono que se encuentra al lado suroeste del aeropuerto, que evoca casi exactamente la forma de Palmanova, pero a menor escala y sin ninguna función defensiva.

La ciudad contemporánea sigue el desarrollo de las infraestructuras hidráulicas, de transporte y vialidad. Su forma resulta de la topografía del terreno y de las condiciones del mercado inmobiliario. Desgraciadamente, la ciudad utópica del Renacimiento ha quedado atrás hace varios siglos. 

Fuente: http://noticias.arq.com.mx

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