Por: Dr. Ricardo Damián García Santillán
La historia de Hernán Cortés es la crónica de un hombre que, con audacia y determinación, se embarcó en una empresa que cambiaría el curso de la historia para siempre. Desde su humilde nacimiento en la península ibérica hasta su controvertido legado en México y España, Cortés es una figura que encarna tanto el espíritu de aventura como la brutalidad de la conquista. Este artículo narra su vida y su impacto, explorando cómo un solo individuo pudo derribar un imperio y dar origen a una nueva civilización en el Nuevo Mundo.
A partir de aquí historia pura…
Nacimiento y Vida en la Península Ibérica
Hernán Cortés nació en 1485 en Medellín, un pequeño pueblo en la región de Extremadura, España. Hijo de Martín Cortés y Catalina Pizarro Altamirano, su familia pertenecía a la baja nobleza, lo que le permitió recibir una educación básica. Desde temprana edad, Cortés mostró un espíritu inquieto y una curiosidad insaciable por el mundo que lo rodeaba. A los 14 años, fue enviado a estudiar leyes a la Universidad de Salamanca, pero la vida académica no lograba retener su interés. La rigidez de las aulas no podía competir con las historias de exploradores y conquistadores que regresaban de tierras lejanas, hablando de riquezas inimaginables y civilizaciones desconocidas.
El Viaje a América
Impulsado por un deseo de aventura y fortuna, Cortés abandonó sus estudios y decidió embarcarse hacia el Nuevo Mundo en 1504, con apenas 19 años. América era entonces un continente que recién comenzaba a ser explorado y explotado por los europeos. Al llegar a La Española (hoy República Dominicana), Cortés encontró su primer empleo como escribano, pero rápidamente se dio cuenta de que su destino no estaba detrás de un escritorio. Su talento para la diplomacia y su valentía en la batalla lo llevaron a participar en la conquista de Cuba bajo las órdenes de Diego Velázquez, el gobernador de la isla.
Las Conquistas en México
En 1519, Cortés recibió el encargo de explorar la costa de México, un territorio que hasta entonces solo había sido avistado por los europeos. Desobedeciendo órdenes de Velázquez, Cortés decidió ir más allá de la mera exploración y se aventuró en una conquista sin precedentes.
Ya en tierras mexicanas, con un pequeño ejército de 500 hombres, Hernán Cortés rápidamente se dio cuenta del vasto y complejo imperio mexica que dominaba la región. Su astucia política lo llevó a formar alianzas con pueblos sometidos por los mexicas, como los tlaxcaltecas, quienes se convirtieron en sus valiosos aliados. Sin embargo, su camino hacia la conquista no estuvo exento de desafíos y momentos críticos.
Uno de los episodios más dramáticos de esta campaña fue la llamada “Noche Triste”. El 30 de junio de 1520, tras haber sido recibidos inicialmente en Tenochtitlán, la tensión con los mexicas estalló en un conflicto abierto. Cortés y sus hombres, rodeados y superados en número, intentaron huir de la ciudad bajo la cobertura de la noche. Pero el plan fue un desastre: muchos españoles, cargados con el oro saqueado, murieron en el intento de escape, y Cortés, derrotado y abatido, se dice que lloró bajo un viejo ahuehuete, lamentando la trágica pérdida. Este episodio, aunque devastador, no marcó el fin de sus ambiciones, sino que lo impulsó a regresar con más determinación.
Otra anécdota célebre que ilustra la determinación de Cortés fue el acto de quemar sus naves al llegar a la costa mexicana. Según el mito, al desembarcar, Cortés ordenó destruir las embarcaciones para impedir cualquier posibilidad de retirada, forzando a sus hombres a avanzar sin posibilidad de retorno. Aunque históricamente se cree que las naves fueron desmanteladas para evitar la deserción y reutilizar sus materiales, el mito simboliza el compromiso total de Cortés con su misión. Este gesto, ya sea real o simbólico, encapsula el espíritu indomable de Cortés, quien estaba dispuesto a arriesgarlo todo en su empeño por conquistar un nuevo mundo.
Pero vayamos desde el principio; tras los primeros encuentros con pueblos de la región Cortés empezó a establecer alianzas y entendió que tenía que dirigirse hacia Tenochtitlán, la capital del Imperio Mexica. Allí, se encontró con Moctezuma II, el emperador azteca, quien lo recibió con una mezcla de temor y respeto, creyendo que podría tratarse del dios Quetzalcóatl.
La relación entre los españoles y los mexicas rápidamente se tornó tensa, y finalmente 1521, tras una serie de batallas y el famoso sitio de Tenochtitlán, Cortés logró derrotar al poderoso imperio. La caída de Tenochtitlán marcó el fin de una era en Mesoamérica y el inicio del dominio español en lo que más tarde sería conocido como Nueva España.
Años de Gloria y el Regreso a Europa
Tras la conquista, Cortés fue nombrado gobernador y capitán general de Nueva España, convirtiéndose en uno de los hombres más poderosos del continente. Sin embargo, su éxito también le trajo enemigos. Sus métodos de conquista y su acumulación de poder comenzaron a generar recelos entre las autoridades españolas. En 1528, fue llamado de regreso a España para rendir cuentas ante la corona. Aunque fue recibido con honores y recompensado por sus servicios, su autoridad en México fue restringida, y nuevos funcionarios fueron enviados para supervisar la administración de Nueva España.
La Muerte y el Mito
Cortés pasó sus últimos años en relativo olvido, alejado de los centros de poder que una vez dominó. Murió en 1547 en Castilleja de la Cuesta, cerca de Sevilla, a los 62 años. Sin embargo, su muerte no fue el final de su historia. Cortés se convirtió en una figura mítica, tanto en México como en España. Para algunos, es el héroe audaz que venció a un imperio con una fuerza insignificante, para otros, es el villano que trajo destrucción y sometió a un pueblo.
El Legado en México y España
El legado de Hernán Cortés es complejo y controvertido. En México, su nombre evoca tanto el dolor de la conquista como el origen de una nueva nación mestiza. Las ciudades y estructuras que él ayudó a establecer se convirtieron en el corazón del virreinato y más tarde de la nación mexicana. En España, Cortés es recordado como uno de los grandes conquistadores, un hombre que expandió el imperio a nuevas fronteras y enriqueció a la corona con los tesoros del Nuevo Mundo.
Su vida y acciones siguen siendo objeto de estudio y debate, símbolo de un encuentro brutal y transformador entre dos mundos.