Uno de los mayores problemas que enfrenta la Ciudad de México es la disposición final de las 13,000 toneladas (t) de basura al día.
Esta situación se acentuó en 2011 a raíz del cierre del Bordo Poniente, y obligó a las autoridades a enviar los residuos sólidos urbanos (RSU) a los estados de México y Morelos, con un costo de 2,000 millones de pesos (mdp) al año, y la advertencia reciente de no poder recibir en el largo plazo más RSU.
En la búsqueda de opciones para la disposición final de la basura, las autoridades capitalinas optaron por la construcción de una planta de termovalorización que será la más grande de América Latina, a la que llamarán El Sarape.
La planta estará en el terreno que ocupó el Bordo Poniente de Xochiaca, y recibirá 4,500 toneladas de residuos orgánicos no reciclables a diario que se procesarán en hornos. Con los gases que se obtengan de esa combustión se generará energía calculada en 965,000 Megawatts/ hora al año, que se destinará a mover las 12 líneas del Sistema de Transporte Colectivo Metro.
Así lo ha previsto la Agencia de Gestión Urbana (AGU) de la Ciudad de México, que licitó este proyecto, y las empresas lideradas por Veolia, que construirán y operarán la planta durante 33 años.
Jaime Slomianski, titular de la Agencia de Gestión Urbana explica que se decidió licitar esa tecnología porque es "la más probada en el mundo, la de mayor éxito en procesos de limpieza y purificación de gases, y de las pocas que tienen la capacidad de procesar miles de toneladas al día".
Federico Casares, director de Desarrollo de Negocios y Relaciones Institucionales de Veolia México, explica que uno de los retos constructivos más relevantes en plantas como ésta son las cimentaciones en el terreno donde se va a instalar, pero confía en "las múltiples referencias de este tipo de plantas en el mundo".
Veolia posee una experiencia de al menos 30 años en este tipo de plantas. Actualmente, maneja 63 de las 2,000 en el mundo.
Federico Casares asegura que el terreno que durante dos décadas recibió basura es adecuado para la construcción de la planta: "Ha recibido saneamiento y está listo para usarse. Es el escenario adecuado para esta solución innovadora y necesaria para el manejo de gestión de residuos".
En cuanto a las características constructivas requeridas por el edificio dadas las altas temperaturas que manejará, Casares explica que existen otros procesos industriales que trabajan a mayores temperaturas que las que usará la planta de termovalorización, y se refiere a las cementeras como ejemplo.
"La clave radica en evitar la corrosión, por ello se requieren materiales refractarios y de inconel (aleación resistente a la corrosión y oxidación) para garantizar un funcionamiento adecuado, en especial para determinadas partes del horno y caldera, donde se concentrarán las temperaturas más elevadas", abunda.
El titular de la AGU explica que ahora están a la espera del último documento que el gobierno federal debe darles para la posesión legal del terreno a efecto de colocar la primera piedra: "Estamos puliendo algunos detalles".
La AGU gestionaba con Conagua y con el Instituto de Administración y Avalúos de Bienes Nacionales (Indaabin) el documento que podría ser una concesión si lo emite Conagua, o un acuerdo de destino si es el Indaabin.
"Lo que nos está demorando más es que esos terrenos están en medio de los aeropuertos, del actual y del nuevo. Hay estudios internacionales y una norma mexicana que regula algo que se denomina obstáculos a los conos de aproximación aeronáutica que tiene que ver con el aterrizaje y despegue, pero luego de estar estudiando distintos espacios y modelar distintos procesos encontramos el modo de no afectar los conos de aproximación", comparte Slomianski, quien confía que a mediados de febrero tendrán el documento faltante.
El contrato ganado por Veolia es de 11,500 millones de pesos (mdp). La construcción y operación se realizarán bajo el esquema Proyecto de Prestación de Servicios (PPS), que durará 33 años, tres se destinarán al diseño, la construcción y la puesta en funcionamiento, y 30 a la operación y el mantenimiento.
La firma francesa asumirá el costo de la construcción: 11,500 mdp. Y "cuando la planta empiece a funcionar y entregar la energía eléctrica, el gobierno de la CDMX pagará 2,300 mdp, más IVA al año, al consorcio encabezado por Veolia".
El monto se cubrirá con los recursos de gasto corriente que ahora paga el Metro a la Comisión Federal de Electricidad, más el pago que se cubre por el traslado y disposición final de los RSU en rellenos sanitarios o tiraderos (2,000 millones de pesos al año), explica el directivo de Veolia.
A pesar de las bondades que la planta tendrá, grupos ambientalistas se oponen a su construcción, como Greenpeace, que señala que la planta implicará sumar una nueva fuente de contaminación.
El doctor en química Paul Connett, experto en salud ambiental, estima que "representa un gasto enorme de recursos económicos; es la forma más cara de gestionar residuos y la más cara de producir electricidad". Y recuerda que el principal problema en la Ciudad de México es "la falta de políticas, programas y planes de reutilización, reducción y reciclaje, que ha propiciado altos niveles de contaminación… Vale la pena cuestionar, ¿cuánto dinero se está destinando para quemar la basura? y ¿cuánto para fortalecer el reciclaje y la reducción de residuos?".
El titular de la AGU admite que la termovalorización "no es la única solución, antes hay que fomentar la cultura de separación y reciclaje", y refiere la Norma 024 que se lanzó el pasado 8 de julio sobre la separación de basura, al menos en cinco partes.
El caso es que, incluso con esto, "siempre habrá un volumen muy importante de deshechos tanto orgánicos cómo inorgánicos al que se le tendrá que dar un destino distinto al reciclaje", y que no son los rellenos sanitarios.
Slomianski adelanta que ya se contempla la construcción de una planta de biodigestión, que se sumaría a la de composta.
La oficina de arquitectura encargada de desarrollar el concepto del diseño, Palestra Arquitectos, señala que su propuesta se basa en el color y la escala, "dando como resultado una piel envolvente que toma la personalidad de un sarape".
El diseño "se compone principalmente de cinco colores que se repiten de manera consecutiva, lo cual se consigue por medio de la instalación de miles de láminas metálicas que corren en sentido vertical, de un volumen a otro. Así, el sarape envuelve los dos cuerpos principales, cubriendo una superficie aproximada de 25,000 metros cuadrados".
Como la planta producirá la energía para abastecer al Metro, el color naranja es el protagonista del resto de los volúmenes que conforman la instalación.
En el futuro se tiene prevista una posible ampliación de la planta, por lo que varias áreas no se intervendrán todavía.
La propuesta también considera intervenciones paisajísticas que generen vistas verdes.
El inicio de la construcción está previsto para el primer trimestre de 2018, y a partir de ese momento contarán con 36 meses para su culminación.
Con información de Obrasweb