La psicogeografía del monumental laberinto de Cretto di Burri


En 1968, la pequeña ciudad de Gibellina en Sicilia fue arrasada por el terremoto de Belice, un sismo de magnitud 5.5 que mató a cientos y dejó a 100.000 personas sin hogar. Los planificadores no pudieron reconstruir Gibellina en su sitio original, por lo que la nueva ciudad, Gibellina Nuova, se construyó a 11 kilómetros de distancia. Anticipándose al diseño y construcción de Gibellina Nuova, y tras la tragedia del terremoto de Belice, el alcalde de Gibellina convocó a varios artistas para que presentaran propuestas de proyectos para decorar la nueva ciudad. Uno de los artistas fue el prolífico pintor y escultor italiano "polimaterialista" Alberto Burri (1915-1995).
En lugar de proponer arte para la nueva Gibellina, Burri regresó a las ruinas de la ciudad vieja. Desde que vivió en Los Ángeles y visitó repetidamente el Valle de la Muerte en la década de 1960, Burri se había interesado profundamente en el fenómeno del agrietamiento natural en la tierra, lo que lo llevó a incorporar cretti (grietas) en sus pinturas a partir de 1973. Esta serie, que se tituló acertadamente Cretti, combinó pigmento blanco de zinc con acetato de polivinilo, formando una pasta espesa en la superficie del lienzo que se agrietaría naturalmente en el transcurso de varias semanas. La culminación de estos experimentos fue el trabajo de Burri en las ruinas de Gibellina, donde cubrió los restos de la ciudad con concreto blanco, generando grietas lo suficientemente grandes como para caminar entre ellas. El resultado fue una obra de arte paisajística monumental y laberíntica que abarca más de 85.000 metros cuadrados, convirtiéndose en una de las más grandes obras de arte jamás realizadas. Titulado Cretto di Burri, o alternativamente Grande Cretto, la pieza se trabajó entre 1984 y 1989, antes de ser interrumpida y dejada sin terminar. En 2015, en lo que habría sido el centenario de Burri, el proyecto finalmente fue completado.
Cada losa de hormigón de Cretto di Burri mide entre diez y veinte metros en cada lado y alrededor de 1.6 metros de altura. Las enormes pero transitables fisuras en el hormigón reflejan las calles y los pasillos del casco antiguo, reconfigurando los recuerdos espaciales de la ciudad destruida y marcando su condición de ruinas inhabitables. En la imaginación de Burri, los paisajes agrietados del Valle de la Muerte que le habían servido de inspiración para su trabajo funcionaban como una especie de psicogeografía, sugiriendo la violencia y el trauma del dominio fascista y la guerra industrializada que había experimentado como ciudadano italiano viviendo entre las dos Guerras Mundiales. De manera similar, el concreto blanco agrietado deCretto di Burri conmemora y materializa el trauma y el dolor del terremoto de Belice, con las fisuras que marcan no solo las calles y caminos literales de la ciudad original, sino también la violencia ejercida contra la tierra, las personas, y profundamente a la memoria cultural del sitio.
El hormigón blanco, como un material de construcción común, sugiere el cadáver pálido de la ciudad perdida, mientras que las texturas y fisuras que marcan la presencia y la memoria de la ciudad vieja revelan la inutilidad de borrar y avanzar en una tabula rasa psicogeográfica. En conjunto, Cretto di Burri responde maravillosamente a un momento de profundo dolor cultural a través de su forma y materialidad recortada, pero altamente sugerente.
fuente:https://www.archdaily.mx/mx/958182/la-psicogeografia-de-cretto-di-burri
 

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