Un barrio algo aristocrático cerca de Flores, Versalles y Villa Luro. Algunos vecinos de Devoto reniegan de su ubicación, pero todos se enorgullecen de su arquitectura.
Está ubicado en el límite de la Ciudad de Buenos Aires. De hecho, por uno de sus bordes corre la General Paz, que lo separa de la localidad de Sáenz Peña, vecina directa perteneciente al partido de Tres de Febrero. Devoto reniega de su condición de fronterizo, se ve aristocrático y lujoso y prefiere ser conocido como el jardín de la ciudad debido a la gran cantidad de plantas, árboles y flores que lo habitan. Para conocer este coqueto espacio urbano se deben atravesar diferentes barrios de la capital: Villa Pueyrredón al norte, Agronomía y Villa del Parque al este, Monte Castro y Villa Real al sur y los partidos de San Martín y Tres de Febrero al oeste.
Viene a ser como una isla residencial de caserones, grandes residencias y hasta palacios de diferentes estilos que dialogan en armonía con las edificaciones modernas propias de la influencia de los años 70 y 80. El barrio se destaca por la buena calidad constructiva de su valioso patrimonio inmobiliario. Por sus calles se puede encontrar un mix de herencias arquitectónicas: italiana, francesa, inglesa, contemporánea y ecléctica.
Si le preguntáramos a algún vecino diría que no hay que perderse el helado de Monte Olivia. Otra posta del barrio viene del lado geográfico: es uno de los más altos de la ciudad. Como para tener una idea, está situado a la misma altura que la cúpula del Congreso.
En la Devoto moderna, la que comienza a construirse pasada la mitad del siglo XX, aparecen obras fascinantes, donde el contacto con la naturaleza, la luz natural y la nobleza de los materiales son las claves fundamentales que definen este estilo ecléctico de una sola planta, con enormes jardines al frente que promueven la convivencia entre el interior y el exterior. El ánimo de expresión en este estilo de casas, repetido en distintas versiones por las calles devotenses, pasa más por los materiales utilizados que por las formas en sí, volúmenes puros y rectos. Las fachadas se destacan por enormes planos vidriados que dialogan con otros ciegos. El uso de piedras sobre las paredes y de palmeras en los jardines son las únicas ornamentaciones en estos hogares destacados por el gran tamaño de los terrenos que ocupan.
La arquitectura oriental resulta un hecho aislado en un barrio monopolizado por estilos clásicos. Al borde de la broma de inspiración kitsch, la casa de tres plantas simula una vivienda china, aunque al observar de cerca algunos detalles salta a la vista el diseño pastiche que convierte la obra en un caso curioso para mirar y destacar.
La influencia de la década del 80 llegó a Devoto para quedarse. Desde cierta perspectiva, las obras construidas en aquellos años remiten de modo implícito al brutalismo, con grandes volúmenes y expresiones que ya no se comunican a través de los materiales, sino mediante las formas, donde los círculos son los que predominan.
Hay simetrías, azulejos, ladrillos, persianas americanas y extravagancias de distintas dimensiones y tamaños.
El estudio de arquitectura MMCV tiene sus oficinas en el centro de Devoto, a dos cuadras de la plaza Arenales. Se trata de un emprendimiento famoso más allá del barrio, debido a la calidad de sus construcciones de hormigón y a las innovadoras propuestas que en la actualidad extienden sus dominios en el casco histórico de Devoto: hoy cada dos cuadras es posible encontrar un complejo firmado por los arquitectos de MMCV. Es importante resaltar que, aunque modernos y simples, logran una perfecta convivencia con los edificios históricos del barrio.
A medio camino entre el estilo inglés y las tendencias contemporáneas, esta fachada no ofrece jardín al frente como el resto de las modernas, aunque sí tiene su imprescindible toque ochentoso gracias a las ventanas redondas en simetría que custodian la puerta de entrada. Todo rodeado de un ladrillo que recuerda algo del estilo británico, que junto con el francés dominan otros lotes del barrio.
Por Cecilia Acuña
Fotos de Claudio Larrea
Fuente: http://www.conexionbrando.com